¿Está en peligro la educación y formación de nuestros hijos?
Hoy quiero detenerme a reflexionar sobre los daños colaterales que está logrando la pandemia y el confinamiento social en la educación y formación de nuestros hijos. Observo una serie de hábitos en los más pequeños de la casa, y también en los adolescentes, que ya indican una pérdida de valores importantes para su desarrollo futuro.
Cuando un niño llega al mundo es como un lienzo en blanco que debemos comenzar a bocetar, y según la educación que haya recibido y el entorno que lo rodee llegará a formar su personalidad futura. ¡Así de grande es nuestra influencia en ellos! Y precisamente, por esto, debemos empeñarnos en ser cada vez mejores adultos y dar el ejemplo ante ellos.
En este caso, creo que muchas familias abrumadas -no sin razón- por todo este tema pandémico, que nos seguirá acompañando lamentablemente en este nuevo año, han priorizado la salud física e inmunológica, pero tal vez descuidando otras. La salud mental, la salud familiar. Una familia disgregada por no angustias no es sana, y unos jóvenes aislados en sus ordenadores tampoco lo son tanto. Y los más pequeños están viendo estos ejemplos, estos hábitos, creyendo que es lo normal.
En mi caso, y en el de mis hermanos, crecimos con el ejemplo de nuestros padres. Ejemplos que jamás hemos olvidado. Ayudar a la comunidad, ser solidario, respetuoso, responsable, fueron los valores familiares que me formaron desde muy joven y que me han acompañado en toda mi existencia, en mi vida matrimonial, familiar y,por supuesto, en los negocios.
Hoy, al igual que ayer, la figura del padre debe ser central en la formación y educación de los hijos. Porque es desde la figura paterna que el carácter de los hijos se va forjando. El padre, como cabeza de familia natural, introduce un orden necesario dentro del hogar, a través de valores que deben ser inculcados en los más jóvenes, entendiendo que hay jerarquías.
La madre en cambio es siempre la figura cariñosa, que mima, que escucha y consiente; pero este consentir debe tener un límite para no convertirse en permisividad, haciendo creer que no hay reglas ni jerarquías. La figura paterna tiene el rol de limitar estas fronteras, pero siempre de manera correcta, para no crear la percepción de ser una autoridad abusiva.
Los peligros que veo en la educación que se le está dando a nuestro niños y jóvenes es la falta de límites, de orden, es decir, de valores (con mayúscula). Los valores familiares son los que nos proporcionan un patrón de conducta. Y debe haber un equilibrio entre la autoridad materna y paterna en esta formación.
¿Cuál pues es el resultado de todo este esfuerzo que por naturaleza nos toca como padres? Que nuestros hijos, que nuestros jóvenes, crezcan con claro discernimiento sobre sus derechos, pero también sobre sus obligaciones. La educación en este orden de ideas, proporciona armonía. Y esta armonía, es la que más vamos a necesitar en tiempos de pandemia, para mantenernos unidos como familias, como comunidad.
- Posted by Eduardo Kafie
- On 26 febrero, 2021
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