¿Tenemos trabajadores felices? Me hago esta pregunta en un momento en que la clase trabajadora ha sufrido los embates, al igual que el patrono, del coronavirus. Aun cuando nuestro gremio empresarial hizo lo humanamente posible para amortiguar el golpe proporcionado a la economía por la pandemia, muchos trabajadores inician este año con esfuerzo.
No obstante, sé que en Honduras contamos con una cultura de empresa que siempre ha tratado de velar por su gente, sus colaboradores, sus trabajadores, preocupándose por su bienestar. Tener trabajadores contentos es una causa que hemos hecho prioridad, más en un año tan difícil, tan complejo para ellos.
Nunca está de más que como empresarios mejoremos las condiciones salariales de nuestros trabajadores; faltaba más. Pero lo cierto es que con el pasar de los años me he dado cuenta que hay factores más allá de lo meramente económico que hacen que tengamos trabajadores satisfechos.
Tienes trabajadores felices, si confías más en ellos
Seguramente, te preguntas qué más satisfacción que un buen salario. Yo también me hacía esa pregunta cuando por allá, por los años 90 ‘s tuve la oportunidad de ser gerente de empresa. Pero con el paso del tiempo se entiende que nuestros empleados son nuestro más preciado bien y que, hacer lo correcto, desde una gestión de empresa, debe considerar la felicidad de estos.
¿Quién puede dudar que la felicidad es un motor, una palanca, que nos impulsa a ser mejores personas? Creo que nadie. Podemos decir, en efecto, que con empleados felices podemos alcanzar más rápido los objetivos de nuestra empresa, aumentar la productividad de la misma y cumplir los plazos en cada fase de producción sin inconvenientes.
Eso está bien. Pero es una manera de ver las cosas, muy válida, claro está, que piensa en lo económico. Esta óptica no es que deba ser eliminada, superada, etcétera, sino complementada con una mirada, pienso, más humanizada.
Lo que quiero decir es que si bien los bonos por productividad, las primas por antigüedad, que sirven de incentivo económico, contribuyen en este sentido; también debemos promover otros incentivos, que son más psicológicos.
Por ejemplo, cuando yo empezaba a transitar profesionalmente en la actividad empresarial, es decir, en mis inicios, hace ya varios años atrás, me contentaba que me delegaron responsabilidades que eran un poco más importantes que las del quehacer diario. ¿Por qué? Porque sentía que depositaban un valor importante en mí: el de la confianza.
Si quieres ver trabajadores felices en tu empresa, entonces, hazlos partes de los proyectos de la empresa, asignándoles pequeñas cuotas de responsabilidad. Porque eso los hará sentirse tomados en cuenta, importantes y valiosos. Cosa que el dinero no siempre logra.
Cuando consigues tener trabajadores felices, obtienes fidelidad a la empresa y, por lo mismo, un equipo altamente motivado, que dará lo mejor de sí en cada proceso, en cada tarea. Pero para ello el incentivo económico debe ir complementado con gestos que más que apuntar al bolsillo, lo hagan a la psicología, a la emocionalidad.