La solidaridad es esa capacidad del hombre de empatizar con problemas grandes o pequeños de los otros seres humanos, conectar con su corazón, y poder extender una mano amiga que brinde soporte en sus momentos difíciles.

Este es un valor el cual debe ser apreciado con especial respeto, ya que este permite el florecimiento del ambiente familiar, y el éxito social a través de la mutua ayuda en la búsqueda de nuestras metas, logrando una sensación de satisfacción altruista que nunca se verá manchado por el tinte del egoísmo individual.

Ahora ¿De qué manera se relaciona la solidaridad como valor con el crecimiento de nuestro país?

Una sociedad que da, es una sociedad que recibe

La misión de dar por el bienestar ajeno, es un punto el cual marca una línea entre el crecimiento óptimo de un grupo humano.  

En el pasado múltiples visiones políticas y empresariales estuvieron asociadas con el individualismo como regla de desarrollo, lamentablemente para ellos, con el pasar del tiempo se ha demostrado cómo esta visión egoísta es un camino que cuyo final conlleva al fracaso, comprobándose de múltiples formas como las relaciones humanas enfocadas en el trabajo en equipo solidario son semillas cuyos frutos brindan siempre un sabor más dulce a aquellos que los supieron sembrar de la manera correcta.

Esto no se escapa del contexto hondureño, ya que, al reconocer que este valor debe ser el motor que potencie y dirija cada una de las decisiones que se tomen en nuestro país, nuestra sociedad se une cada vez más, y al igual que una familia donde todos sus miembros velan por el bienestar mutuo, así creceremos poco a poco, al ver como nuestros compatriotas pasan a ser más que simples vecinos y se transforman en hermanos.

Las empresas también son personas

No debemos olvidar el lugar que las empresas e instituciones ocupan en esta transformación; y es que al igual que un individuo, estas deben establecer dentro de su visión institucional la búsqueda solidaria del bienestar de su entorno.

Realizar actividades socialmente responsables que tengan como fin último la atención y ayuda a los más desfavorecidos, representará el empujón definitivo para el crecimiento de nuestra nación, y nos entregará de manera indirecta, la remuneración espiritual de saber que en el espiral de caos que azota al mundo, nosotros no somos una pieza de empeoramiento, sino un pilar que hace frente y defiende con orgullo las enseñanzas desinteresadas que ha dejado Dios en nuestras vidas.