Siempre tengo en el horizonte lo que significa la adversidad, los cambios que genera y cómo podemos afrontarlos con fortaleza familiar. Por eso para mí es importante que en este cierre de año tomemos conciencia de la necesidad de robustecer la familia, aunque la misma parezca fragmentada.
Si hay algo trascendental, pero a la vez milenario, por la que atraviesa una familia es por la partida de uno o varios de sus miembros. Esta experiencia, como sabemos bien, la padecemos más los padres, que somos los principales testigos en ver cómo nuestra prole, nuestros hijos, crecen y se van, por razones varias.
Lo que sigue después, de no ser bien manejado, puede desembocar en un estado de ánimo bajo en el seno de la familia. Esto se conoce como el síndrome del nido vacío.
Alimentemos la fortaleza familiar en estas navidades
Es normal que los padres que hemos visto a nuestros hijos irse de casa, para abrirse nuevos caminos profesionales, para seguir estudiando o emprendiendo, nos sintamos un poco tristes en el último mes del año, que es cuando más compartimos como familia. Sin embargo, cuando este sentimiento de nostalgia y melancolía se agudiza, debemos buscar maneras de superar este estado de ánimo.
Creo que algunas formas de ayudar a superar este estado psicológico del hogar vacío es:
No pensar que nuestro hogar está vacío
Para muchos de nosotros, en nuestro papel de padre, vemos a nuestros hijos como el centro de nuestro universo, y la razón, por tanto, de la mayoría de nuestros esfuerzos. Es decir, son ellos los que le dan un sentido a nuestra vida. Por eso cuando se van, hay familias que pueden sentir que la vida les ha dado un vuelco de 360º.
Pero el duelo por la partida del hijo no debe durar más de lo normalmente aceptado. Y una manera para que nuestros hogares, en este cierre de año, no se vuelvan un poco sombríos por la ida de los hijos, es reformular nuestra realidad.
Nuestro hogar no ha quedado vacío, solo se ha transformado. Si pensamos de esta manera, podemos comprender y aceptar que nuestra vida está llena de transformaciones, y nuestra familia no escapa a ello. También recordemos que toda transformación es una evolución. Por eso pensar más en que nuestro hogar se ha transformado y no en que está vacío, nos puede a ayudar a mantener la fortaleza familiar y seguir hacia adelante.
Así que en este último mes del año, seamos agradecidos, pidamos a dios por más unión familiar, por la salud de nuestros hijos, por la de nuestros seres queridos y por que en Honduras tengamos un año 2021 lleno de felicidad y bienestar para todos.